Me llamo David Martínez Álvarez y renací a la cruda edad de 33 años. Digo renací porque vaciarse en una obra me parece la forma más heroica de morir. Si ya sabes todo sobre mi trayectoria, este espacio está de más. Si te han hablado mal de mí y te ha podido el morbo de saber si soy tan malo como dicen, soy peor de lo que puedas imaginar. Si me descubriste en alguna canción o en algún poema y piensas que este libro merece la pena ser ojeado, te aconsejo que lo cierres, que no lo leas; este libro no se ojea, sirve de abrigo, de cueva, de espejo, de escaparate, de truco de escapismo, de decorador de interiores y de más cosas que tienes que descubrir por ti mismo/a, pero no se ojea.
Para concluir, quiero que sepas que esta biografía no interesa porque en el mismo momento en que empieces a leerme ya no seré el protagonista ni esta será mi historia, me quitarás de la ecuación, borrarás las caras que pasaron por mi vida, pondrás las tuyas y entonces, solo entonces, estas páginas hablarán de ti.