La tierra que el empeño de Colón reveló ante los ávidos ojos de Europa, dio lugar a una tarea de máxima urgencia: encuadrar esa novedad de modo convincente en la idea del mundo que el cristianismo había propiciado a lo largo de centurias. Por eso, en las primeras páginas de esta rigurosa investigación se alude a los conceptos del tiempo en que se funda el pensamiento occidental -donde la percepción de la historia como proceso salvífico o ascendente es medular. Después, tras consignar las interpretaciones y prédicas milenaristas, así como el nacimiento de la corriente franciscana, se exponen aquí las bases del formidable empuje evangelizador.