Es una ñoña declarada. Durante su infancia se le podía encontrar en un rincón leyendo mientras las otras chicas, que siempre la consideraron rara, hacían… pues lo que sea que hacían las chicas normales. Su idilio con las palabras comenzó a temprana edad, y en la adolescencia se dieron sus primeros coqueteos con la narrativa.
Estudió Comunicación, se tiñó el pelo, se enamoró, se hizo perforaciones, se desenamoró, encontró su hogar literario en la novela, se volvió rescatista de perros de la calle, cantó, se violentó, se rindió, se infatuó, se enfureció, siguió escribiendo, eligió la costura como terapia ocupacional, se tatuó y volvió a enamorarse.
Su Trilogía Gótica, llena de violencia, romance y humor negro, así como su cercanía y profundo respeto hacia su público, le han valido la atención de miles de jóvenes en México y Latinoamérica, situándola como una de las autoras de literatura juvenil más interesantes en el mundo de habla hispana actualmente.