La crítica dice:
«Las brujas y el inquisidor nos muestra cómo la razón y el método consiguieron doblegar al fanatismo y la superchería. O mejor dicho: todos esos motivos ocultos que mueven (o, mejor dicho, promueven) la sinrazón humana», Emilia Landaluce, El Mundo.
«Elvira Roca en su novela Las brujas y el inquisidor no busca reescribir la historia de la Inquisición española, aunque sí matiza que ha sido retratada desde los estereotipos», Ander Goyoaga, La Vanguardia.
«Una historia que aspira a romper los estereotipos y los mitos que han transmitido durante siglos el folclore y la cultura popular, y que nace con una vocación reivindicativa: restituir el nombre y la labor del denostado Alonso de Salazar y Frías, que de una manera injusta terminó cargando con la responsabilidad de lo que allí había ocurrido cuando, en cambio, actuó como un hombre cabal que no creía en demostraciones de fuerza ni el acto purificador del fuego», Javier Ors, La Razón.
«Las brujas y el inquisidor, choque entre razón y magia en la España de 1609», EFE.
«La humanidad necesita creer en mitos, en la magia, pero lo que pasó de verdad en procesos como el ajusticiamiento en el siglo XVII en la localidad navarra de Zugarramurdi tuvo motivos bastante explicables que Elvira Roca desvela en su novela», Paco Paniagua, Onda Cero.
«En su novela Roca Barea contrapone dos maneras opuestas de afrontar los casos de brujería: la racionalidad de Alonso de Salazar y el fanatismo de Pierre de Lancre, destinado por el rey Enrique IV de Francia como juez instructor para reprimir la brujería en la provincia vasco-francesa de Labort», Nerea Alejos, Diario de Navarra.
«Elvira Roca Barea vuelve a ir a contracorriente con su primera novela publicada y entrega el papel de héroe a la figura histórica de Alonso de Salazar, un inquisidor español que a principios del siglo XVII puso sentido común en el proceso de brujería en la aldea de Zugarramurdi (Navarra)», César Cervera, Abc.
«El propósito de la novela es recuperar la figura de Alonso de Salazar, que en medio de la vorágine brujeril y superchera de su tiempo tuvo el buen juicio de no creer lo que todos creían, lo que todos aseguraban haber visto y lo que, en muchas ocasiones, hasta se autoinculpaban. Esa fue la gran aportación de Salazar a la brujería: la razón», Rafael Ordóñez, El Independiente.
«Elvira Roca Barea desmonta el mito de las brujas de Zugarramurdi en Las brujas y el inquisidor», Marisu Moreno, elplural. com.
«La recreación de la época es extraordinaria. Paseamos por las calles, entramos en las posadas, nos cruzamos con personas de toda condición, pero sin que Elvira Roca Barea caiga en la trampa de la sobredocumentación. La ambientación en la novela está al servicio de la acción, de la narración, y no al contrario», Daniel Samperio, Noticias Antena 3.